Blaelita

martes, enero 09, 2007

François Roussel

A ver, me explico: a mí es que me encanta sacarles fotos a mis hombres; además, ninguno tiene miedo de que puedan terminar en la Red. Incluso si pasa los hombres son tan vanidosos que no temen que se burlen de sus kilos de más y, al contrario, piensan que les da puntos haberse encamado con una tía... tan así... que hasta les hace fotos y después las publica. A ellos les pone que a mí me ponga. O les pone que a sus amigos les ponga que a mí me ponga sacarles fotos. Lo que sea. Salimos todos contentos: ellos, yo, y hasta sus amigos cuando lo oigan en un bar.

Por eso, porque me encanta el cuerpo masculino fotografiado me frustra tantísimo que las únicas obras "de auteur" ("hija, qué pedante") sean de gays, por gays y para gays, como las de François Roussel que he encontrado en un blog gay (fantástico, aunque harto progre), Towleroad. Hace mucho tiempo que las mujeres miran fotografías de mujeres y babean con ellas. O las envidian. O se calientan imaginando que son las protagonistas ante la cámara. Da igual que sea con ropa cara y exclusiva; o en un ambiente caro o exclusivo; o porque la modelo está desnuda y tiene las manos y los pies atados con cinta roja... y mira a la lente pidiéndole guerra. De distintas formas, codician el cuerpo femenino que ven, siempre. Por eso los blogs de mujeres están llenos de fotos de mujeres. Y a las mujeres mismas les fascinan los autorretratos, como demuestra Flicker todos los días.

Sin embargo, cuando se trata del cuerpo masculino, nada. Ni autorretratos, ni fotos interesantes que a la vez pongan, fotos que te exciten el cerebro y la entrepierna, ni leches, joder. Tenemos el equivalente Pamela Anderson de las portadas de novelas románticas o la fascinación actual por el "novio" de la Obregón (que está como está pero es un hortera del quince como la Anderson). Cuando no tenemos carne para las juanis y sus madres, tenemos una mirada de gay incluso cuando no se trata de fotógrafos ni sujetos de dicha tendencia. En cuanto la foto es mínimamente sofisticada, plas, una siente que hay implicada una mano rosa... y se te corta todo el punto. Por eso a este mulato yo lo miro pero, ay, sé que me ve a costar muchísimo trabajo poder tocarlo... Ay, ay, ay.


...igual tiene un hermano...

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